jueves, 15 de marzo de 2018

POR QUÉ STEPHEN HAWKING NO CREÍA EN DIOS.

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Stephen Hawking

STEPHEN HAWKING

Credito: Getty

  • 14-03-18.-Repasamos el profundo legado científico de la estrella más brillante de la cosmología moderna. Stephen Hawking nació en Oxford en 1942 y ha fallecido en Cambridge a los 76 años de edad. Sus trabajos sobre los agujeros negros, las singularidades y la expansión del Universo causaron gran impacto en la comunidad científica.
  • A pesar de sus contribuciones, nunca ganó el premio Nobel.
  • Sus profundos conocimientos sobre el origen del Universo le colocaron en una posición privilegiada: la de alguien capaz de imaginar el origen de todo y que puede teorizar mejor que nadie sobre la existencia de Dios.
Stephen Hawking ha fallecido a los 76 años en su residencia de Cambridge. Este físico y cosmólogo británico ha sido uno de los científicos más reputados y famosos del siglo XX y del siglo XXI. Fue aceptado como miembro de la Royal Society con apenas 32 años, uno de los más jóvenes en los casi 400 años de historia de esa institución. De 1979 a 2009 fue titular de la Cátedra Lucasiana de matemáticas de la Universidad de Cambridge, puesto que ocupó Isaac Newton.
Y su popularidad traspasó las fronteras de lo académico gracias a libros como 'Breve Historia del Tiempo',publicado en 1988 y del que se han vendido millones de ejemplares en todo el mundo. También se convirtió en una figura pop, con cameos en Los Simpson, Futurama o Big Bang Theory. Y gracias a sus vastísimos conocimientos sobre el funcionamiento del Universo, también se convirtió en un profeta de lo científico.
La ciencia ha superado a la religión y la filosofía. Si alguien quiere conocer cuál es el verdadero origen del mundo, del tiempo y del ser humano ya no acude a textos sagrados, ni a tratados medievales, ni a sacerdotes, ni tampoco a chamanes. Lo hace leyendo las grandes obras de los científicos. Y uno de los más grandes del siglo XX y del siglo XXI ha sido Stephen Hawking. El físico y cosmólogo británico fue preguntado innumerables veces por la existencia de Dios. Y esta fue siempre su respuesta:
"Cuando la gente me pregunta si un dios creó el universo, les digo que la pregunta en sí no tiene sentido. El tiempo no existía antes del Big Bang, así que no hay tiempo para que Dios haga que el universo nazca. Es como pedir instrucciones para llegar al borde de la Tierra; la Tierra es una esfera; no tiene un borde; así que buscarlo es un ejercicio inútil. Todos somos libres de creer lo que queremos, y creo que la explicación más simple es que no hay dios. Nadie creó nuestro universo, y nadie dirige nuestro destino. Esto me lleva a una profunda revleación:probablemente no haya cielo ni vida eterna. Tenemos esta vida para apreciar el gran diseño del Universo, y por eso estoy extremadamente agradecido".
No es la respuesta más tranquilizadora ni mucho menos la más feliz. Es una argumentación sólida que procede de una mente brillante que ha estudiado el Universo y sus mecanismos de manera obsesiva y concienzuda. Hawking era ateo, y eso que tenía buenos motivos para creer en en los milagros: en 1963, cuando le diagnosticaron de esclerosis lateral amiotrófica (ELA) le dieron solo dos años de vida. En 1985, tras una crisis, le dijeron que sería incapaz de comunicarse con el mundo. Y sin embargo, ha fallecido en 2018 siendo una de las voces intelectuales más atronadoras.
Pero él consideraba que superar esos avatares del destino era una cuestión de voluntad, no de intervención divina. Y esa conclusión llegó tras todas las aportaciones que Hawking hizo a la ciencia.
Entendiendo los agujeros negros.
Un agujero negro es una zona del espacio formada por una cantidad de masa concentrada tan grande que nada de lo que tenga alrededor escapa de su fuerza gravitacional. Ni siquiera la luz. Y esa propiedad lo convierte en un gigantesco y poderoso sumidero. Los agujeros negros son estrellas que han agotado su combustible nuclear y empieza a contraerse sobre si misma, engullida por su propia fuerza gravitacional.
Stephen Hawking no fue el primero en hablar de agujeros negros, pero sí fue su máximo experto. A él se le atribuye el descubrimiento de la radiación que emiten estos agujeros -la llamada radiación de Hawking- y también el hallazgo de diversa información sobre ellos, como su geometría y sobre su ocurrencia.
Los agujeros negros tienen sus propias leyes de funcionamiento y Hawking las fue descubriendo una a una. Por ejempló, teorizó con que nunca se hacen más pequeños, sino que siempre crecen. Además, absorben todo lo que tienen alrededor, pero son capaces de emitir una tenue radiación y calor. Y llegó a calcular su masa, su momento angular y su carga eléctrica.
Si los agujeros negros no paran de crecer y absorben todo lo que tienen a su alrededor, ¿cómo es que uno de ellos no ha crecido lo suficiente como para tragarse todo el Universo? Hawking responde a esta pregunta con otra teoría revolucionaria: los agujeros negros pueden evaporarse y contraerse. Y lo hacen de una manera espectacular: en su último suspiro pueden llegar a explotar con la fuerza de millones de bombas de hidrógeno combinadas. Pero todo ese proceso es extremadamente lento.
El universo se expande.
En 1929, el astrónomo estadounidense Edwin Hubble descubrió que las galaxias no estaban quietas, sino que se separaban unas de otras. Y cuánto mayo era la distancia que las separaba, más velocidad ganaban. Eso le llevó a pensar que hace miles de millones de años, el Universo podría estar comprimido. Podría ser tan pequeño como una pelota de golf. Y esa pelota tuvo que explosionar para que las galaxias se separaran. Ese momento fue el origen del mundo y el origen del tiempo. Ese fue el Big Bang. Para Hublle era solo una teoría. Pero Hawking logró demostrarla.
Stephen Hawking se dedicó al estudio de las llamadas singularidades, puntos donde la curvatura del espacio-tiempo se hace infinita. Hawking y el matemático británico Roger Penrose desarrollaron nuevas técnicas para analizarlas basándose en la Teoría de la Relatividad de Einstein. Y en 1970 consiguieron demostrar que en el pasado del Universo tuvo que haber un estado de densidad infinita, con toda la materia y energía concentradas en un espacio mínimo. Sí, en la pelota de golf de Hubble. Esa singularidad era el principio del Universo, el Big Bang o gran explosión, y también marcaría el inicio del tiempo.
Pero Hawking y Penrose no se conformaron con demostrar el origen de todo, sino que además predijeron cómo sería el fin del Universo. Si su expansión se fuera frenando poco a poco hasta revertirse, entonces el Universo empezaría a contraerse hasta llegar hasta una gran implosión o Big Crunch.
La teoría del todo.
La física es la ciencia que aspira a conocer cómo funciona el mundo y el Universo, desde las más pequeñas partículas hasta los planetas y fenómenos glácticos más complejos. El problema está en que no existe una teoría que explique por igual el comportamiento de un átomo y el comportamiento de un agujero negro, a pesar de ser dos sucesos reales. Por eso la física se divide en dos: por un lado está la teoría general de la relatividad, que se puede aplicar al los objetos más pesados del Universo (como los planeta), y por otro, la física cuántica, que se puede aplicar a los fenómenos más pequeños, como son las partículas.
Construir una teoría unificada que sirva para explicar el Big Bang y predecir el funcionamiento de un átomo fue el ambicioso sueño de Stephen Hawking. Y ese objetivo se llamó la teoría unificada o la teoría del todo. Pero a pesar de que pasó buena parte de su vida pensando en cómo encontrar ese punto de unión, Hawking desistió en 2010 de buscar más y se dio por vencido: para él la teoría del todo no existe. Como tampoco existe Dios.

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